Traqueítis Infecciosa: Una Perspectiva Integral para el Clínico
1. Introducción
La traqueítis infecciosa (TI) es una entidad clínica aguda, predominantemente de origen viral o bacteriano, caracterizada por la inflamación de la mucosa traqueal, que puede conducir a una obstrucción significativa de la vía aérea superior. Aunque a menudo se subestima su gravedad, especialmente en el contexto de infecciones respiratorias más comunes como la laringotraqueobronquitis (crup), la TI representa una causa potencialmente mortal de dificultad respiratoria, particularmente en la población pediátrica. Su relevancia en la salud pública radica en el riesgo de progresión rápida a insuficiencia respiratoria y la necesidad de una intervención temprana y agresiva. En este capítulo, profundizaremos en los aspectos más críticos de la traqueítis infecciosa, desde su patogénesis molecular hasta las estrategias terapéuticas más avanzadas, con un enfoque basado en la evidencia científica más reciente hasta el año 2025. El estudio exhaustivo de esta condición es imperativo para los médicos, ya que una comprensión profunda de su fisiopatología, diagnóstico y manejo es crucial para mejorar los resultados clínicos y reducir la morbilidad y mortalidad asociadas.
2. Epidemiología
La incidencia precisa de la traqueítis infecciosa es difícil de determinar debido a su frecuente confusión con otras causas de estridor y dificultad respiratoria, como el crup o la epiglotitis. Sin embargo, se estima que la TI es una condición relativamente rara, aunque con una mayor prevalencia en la población pediátrica, especialmente entre los 6 meses y los 8 años de edad, con un pico de incidencia alrededor de los 3 a 5 años. La distribución por sexo no muestra una predilección significativa, aunque algunos estudios sugieren una ligera predominancia masculina.
Factores de riesgo:
Edad pediátrica: Como se mencionó, los niños pequeños son desproporcionadamente afectados debido al menor diámetro de sus vías respiratorias y a un sistema inmunitario en desarrollo.
Infecciones virales previas: Las infecciones virales de las vías respiratorias superiores, como la gripe (influenza) o el virus sincitial respiratorio (VSR), pueden predisponer a la sobreinfección bacteriana de la tráquea.
Comorbilidades: Pacientes con condiciones subyacentes como asma, inmunodeficiencias, enfermedades cardíacas congénitas o fibrosis quística pueden tener un mayor riesgo de desarrollar una forma más grave de TI.
Estado de vacunación: La vacunación contra Haemophilus influenzae tipo b (Hib) ha reducido drásticamente la incidencia de epiglotitis, pero el impacto directo en la TI causada por este patógeno es menos claro, aunque beneficioso.
Estacionalidad: La TI, al igual que otras infecciones respiratorias, tiende a mostrar una mayor incidencia durante los meses de otoño e invierno, coincidiendo con la temporada de virus respiratorios.
Geográficamente, la TI se presenta a nivel global sin una distribución específica, aunque la prevalencia de ciertos patógenos puede variar regionalmente. La vigilancia epidemiológica de las infecciones respiratorias agudas graves es fundamental para comprender mejor la carga de esta enfermedad.
3. Etiología
La traqueítis infecciosa puede ser causada por una variedad de patógenos, siendo los agentes bacterianos los más comúnmente implicados en las formas severas que requieren hospitalización. Sin embargo, es crucial reconocer la co-infección viral-bacteriana como un factor etiológico significativo y subestimado.
Principales agentes bacterianos:
Staphylococcus aureus (incluyendo cepas resistentes a meticilina - MRSA): Es el patógeno bacteriano más frecuente, responsable de hasta el 50% de los casos. Su virulencia se asocia con la producción de toxinas que exacerban la inflamación y el daño tisular.
Streptococcus pyogenes (Estreptococo beta-hemolítico del grupo A): Un patógeno común de la faringe, que puede descender a la tráquea.
Haemophilus influenzae no tipificable (NTHi): Aunque la incidencia de H. influenzae tipo b ha disminuido drásticamente debido a la vacunación, las cepas no tipificables siguen siendo una causa importante de infecciones respiratorias.
Moraxella catarrhalis: Otro comensal de las vías respiratorias superiores que puede volverse patógeno.
Klebsiella pneumoniae y otras enterobacterias: Menos comunes, pero pueden causar infecciones graves, especialmente en pacientes inmunocomprometidos.
Agentes virales: Los virus suelen actuar como precursores, dañando la mucosa traqueal y facilitando la adhesión y proliferación bacteriana. Los más relevantes incluyen:
Virus Influenza A y B: Particularmente influenza A, que puede causar una traqueítis viral directa o predisponer a sobreinfecciones bacterianas.
Virus Sincitial Respiratorio (VSR): Un patógeno común en lactantes y niños pequeños.
Parainfluenza virus (tipos 1, 2, 3): Los principales agentes etiológicos del crup, pero también pueden causar traqueítis.
Adenovirus: Puede causar infecciones respiratorias severas y traqueítis.
Mecanismos subyacentes: La patogénesis de la TI típicamente comienza con una infección viral que compromete la integridad del epitelio traqueal. Este daño epitelial, junto con la alteración del aclaramiento mucociliar, crea un ambiente propicio para la colonización y proliferación de bacterias. Las bacterias, a su vez, liberan toxinas y enzimas que perpetúan la inflamación, causan necrosis de la mucosa y submucosa, y promueven la formación de membranas pseudomembranosas o exudados purulentos. Estas secreciones espesas, junto con el edema de la pared traqueal, son los principales responsables de la obstrucción de la vía aérea.
4. Fisiopatología
La fisiopatología de la traqueítis infecciosa es un proceso dinámico que involucra la interacción compleja entre el patógeno, la respuesta inmune del huésped y las características anatómicas de la vía aérea. Comprender estos mecanismos es fundamental para anticipar la progresión de la enfermedad y guiar las intervenciones terapéuticas.
Fases de la lesión traqueal:
Daño inicial de la mucosa (Fase viral/Inflamatoria aguda): El proceso a menudo comienza con una infección viral primaria de las vías respiratorias superiores. Los virus, como la influenza o el VSR, infectan las células epiteliales de la tráquea, causando una respuesta inflamatoria inicial. Esto conduce a:
Edema de la mucosa: Aumento de la permeabilidad vascular y extravasación de líquido al espacio intersticial de la submucosa traqueal.
Descamación epitelial y disfunción ciliar: Las células ciliadas se dañan o destruyen, comprometiendo el mecanismo de aclaramiento mucociliar. Esto permite que las bacterias comensales o patógenas se adhieran más fácilmente y proliferen.
Hipersecreción glandular: Las glándulas submucosas aumentan la producción de moco, que a menudo es más espeso y tenaz de lo normal.
Colonización y proliferación bacteriana (Fase de sobreinfección): El ambiente alterado de la tráquea (edema, disfunción ciliar, presencia de moco espeso) facilita la sobreinfección por bacterias. Las bacterias, como Staphylococcus aureus o Streptococcus pyogenes, se adhieren al epitelio traqueal dañado y comienzan a multiplicarse.
Respuesta inflamatoria bacteriana y formación de pseudomembranas: La presencia de bacterias desencadena una intensa respuesta inflamatoria local mediada por el sistema inmunitario innato.
Infiltración de células inflamatorias: Neutrófilos, macrófagos y otras células inmunes migran al sitio de la infección.
Liberación de mediadores inflamatorios: Citocinas proinflamatorias (ej., TNF-α, IL-1$\beta$, IL-6), quimiocinas, leucotrienos y prostaglandinas son liberadas, perpetuando el ciclo inflamatorio.
Daño tisular directo por toxinas bacterianas: Muchos patógenos, especialmente S. aureus, producen toxinas (ej., toxinas superantigénicas, α-hemolisina) que causan necrosis celular, lisis de leucocitos y daño vascular.
Formación de exudado y pseudomembranas: La combinación de células epiteliales necróticas, fibrina, leucocitos polimorfonucleares (PMN) y moco espeso se aglomera para formar un exudado purulento y, en casos graves, pseudomembranas. Estas pseudomembranas son friables, pueden desprenderse y contribuir significativamente a la obstrucción de la vía aérea.
Obstrucción de la vía aérea: Este es el sello distintivo y la complicación más grave de la traqueítis infecciosa. La obstrucción se debe a la combinación de:
Edema grave de la pared traqueal: Especialmente en la región subglótica, que es la porción más estrecha de la vía aérea en los niños.
Acumulación de secreciones purulentas y membranas: Estas secreciones viscosas actúan como un tapón físico, reduciendo drásticamente el diámetro luminal de la tráquea.
Progresión sin tratamiento: Si no se trata, la traqueítis infecciosa puede progresar rápidamente a:
Obstrucción completa de la vía aérea: Llevando a un colapso respiratorio inminente.
Hipoxia e hipercapnia: Deterioro del intercambio gaseoso.
Bradicardia y paro cardíaco: Consecuencia de la hipoxia severa.
Shock séptico: Diseminación sistémica de la infección con disfunción multiorgánica.
Complicaciones pulmonares: Neumonía asociada, atelectasias por obstrucción bronquial.
Formación de abscesos traqueales o peritraqueales: Si la infección se extiende más allá de la mucosa.
Ejemplo Clínico: Consideremos un paciente pediátrico de 4 años que inicialmente presenta síntomas de resfriado común (rinorrea, tos). Dos días después, desarrolla fiebre alta, tos perruna (crup-like) y estridor inspiratorio que empeora progresivamente. A pesar de los tratamientos para crup, su dificultad respiratoria aumenta, se observa retracciones supraesternal e intercostales, y el estridor se vuelve bifásico. La taquicardia y la inquietud son evidentes. A nivel fisiopatológico, la infección viral inicial (ej., parainfluenza) dañó su tráquea, permitiendo una sobreinfección bacteriana (ej., S. aureus). La respuesta inflamatoria subsiguiente ha provocado un edema severo de la mucosa traqueal, particularmente en la región subglótica, y la acumulación de secreciones purulentas y fibrina en la luz traqueal. Esta combinación ha reducido drásticamente el diámetro interno de la tráquea, causando la obstrucción y el compromiso respiratorio progresivo. La naturaleza adherente de las membranas dificulta la respiración y aumenta el trabajo respiratorio, amenazando con la fatiga y el colapso.
La compresión dinámica de la tráquea durante la inspiración y espiración, junto con el estrechamiento fijo por el edema y las secreciones, crea un círculo vicioso de aumento de la resistencia al flujo de aire, lo que exige un mayor esfuerzo respiratorio. Si el músculo diafragmático se fatiga, la ventilación se compromete gravemente, llevando a la retención de CO2 y la hipoxemia refractaria.
5. Cuadro Clínico
El cuadro clínico de la traqueítis infecciosa es a menudo insidioso y puede simular otras causas de obstrucción de la vía aérea superior, lo que dificulta un diagnóstico temprano. Sin embargo, ciertas características sugieren fuertemente la TI y deben alertar al clínico.
Síntomas principales:
Pródromos virales: La mayoría de los pacientes refieren una historia de síntomas de infección de las vías respiratorias superiores (rinorrea, tos leve, febrícula) durante 1 a 3 días antes del inicio de los síntomas más graves.
Fiebre alta: A menudo (>39°C), que es persistente y no responde bien a los antipiréticos. Esta es una característica distintiva que ayuda a diferenciarla del crup viral típico, que generalmente cursa con fiebre moderada.
Estridor progresivo: Inicialmente puede ser inspiratorio, similar al crup, pero rápidamente se vuelve bifásico (inspiratorio y espiratorio) a medida que la obstrucción se vuelve más severa y fija.
Tos "perruna" o "foca": Aunque clásica del crup, también puede estar presente en la TI, pero a menudo es más persistente y puede sonar más "áspera" o productiva a medida que se acumulan las secreciones.
Voz ronca o afonía: Indicativo de inflamación laríngea concomitante.
Dificultad respiratoria progresiva: Se manifiesta con taquipnea, tiraje (retracciones supraesternales, intercostales, subcostales) y aleteo nasal. Puede progresar rápidamente a cianosis y apnea.
Secreciones purulentas: Los pacientes pueden toser o tener evidencia de secreciones traqueales espesas, purulentas o mucopurulentas.
Toxicidad sistémica: Los niños con TI a menudo lucen más "tóxicos" o enfermos de lo que su grado de dificultad respiratoria inicial podría sugerir. Pueden estar letárgicos, irritables o tener alteración del estado de conciencia.
Signos clínicos:
Taquicardia y taquipnea: Respuestas fisiológicas al compromiso respiratorio.
Estridor bifásico: Un signo clave de obstrucción de la vía aérea superior fija y grave.
Retracciones: Indicativas de un aumento significativo del trabajo respiratorio.
Disminución de los ruidos respiratorios: A la auscultación pulmonar, puede haber disminución del murmullo vesicular debido a la obstrucción severa o al agotamiento.
Piel pálida o moteada, cianosis: Signos de hipoxia e inestabilidad hemodinámica en casos graves.
Agitación o letargo: Indicativos de hipoxemia o hipercapnia.
Reflujo traqueal: Al intentar la intubación o broncoscopia, puede observarse una gran cantidad de secreciones purulentas que refluyen de la tráquea.
Variaciones clínicas:
Edad: La presentación puede ser más atípica o fulminante en lactantes menores debido a la inmadurez de su sistema inmunitario y a un diámetro traqueal aún más pequeño.
Patógeno: Las infecciones por S. aureus (especialmente MRSA) pueden ser más graves y con una progresión más rápida debido a la producción de exotoxinas.
Comorbilidades: En pacientes inmunocomprometidos o con enfermedades pulmonares crónicas, la presentación puede ser atípica o el curso clínico más prolongado y severo.
Es fundamental mantener un alto índice de sospecha de TI en cualquier paciente con estridor progresivo, fiebre alta persistente y signos de toxicidad sistémica, especialmente si no responde a la terapia estándar para el crup. La progresión rápida de los síntomas respiratorios a pesar del tratamiento inicial es una bandera roja para la TI.
6. Diagnóstico
El diagnóstico de la traqueítis infecciosa es fundamentalmente clínico, pero requiere la confirmación mediante estudios complementarios para identificar el patógeno y evaluar la extensión de la obstrucción. El diagnóstico diferencial es amplio y debe ser excluido.
1. Evaluación Clínica y Anamnesis:
Historia de pródromos virales, fiebre alta persistente y tos "perruna" o áspera.
Progresión rápida de la dificultad respiratoria con estridor bifásico.
Signos de toxicidad sistémica.
Ausencia de respuesta a la terapia para crup (dexametasona, epinefrina nebulizada).
2. Pruebas de Laboratorio:
Hemograma completo con diferencial (CBC): Típicamente revela leucocitosis con neutrofilia y desviación a la izquierda, indicativo de una infección bacteriana.
Reactantes de fase aguda:
Proteína C reactiva (PCR): Generalmente marcadamente elevada (frecuentemente >100 mg/L), correlacionándose con la gravedad de la inflamación bacteriana.
Procalcitonina (PCT): También elevada en infecciones bacterianas y puede ser útil para diferenciar la TI de causas virales o no infecciosas de estridor. Niveles elevados sugieren fuertemente una etiología bacteriana.
Hemocultivos: Deben ser obtenidos en todos los casos de sospecha de TI, dado el riesgo de bacteriemia y shock séptico. Sin embargo, son positivos en solo una minoría de casos (10-20%).
Cultivo y Gram de secreciones traqueales: Si se realiza una broncoscopia o aspiración traqueal, las muestras de secreciones deben enviarse para tinción de Gram, cultivo bacteriano y pruebas de sensibilidad. Esto es crucial para la identificación del patógeno y la guía del tratamiento antibiótico específico.
Paneles virales respiratorios: La PCR (reacción en cadena de la polimerasa) para virus respiratorios (Influenza, VSR, Parainfluenza, Adenovirus, etc.) es importante para identificar la co-infección viral, aunque su hallazgo no descarta la sobreinfección bacteriana.
3. Estudios de Imagen:
Radiografía lateral de cuello: Puede mostrar hallazgos sugestivos, aunque no diagnósticos, de TI.
"Steeple sign" (signo de la aguja): Aunque clásico del crup, puede verse en algunos casos de TI debido al edema subglótico.
Estrechamiento subglótico y traqueal.
Irregularidades o engrosamiento de la pared traqueal.
Presencia de secreciones o pseudomembranas dentro de la luz traqueal. Sin embargo, a menudo es de baja sensibilidad para estos hallazgos.
Tomografía Computarizada (TC) de cuello y tórax: No se realiza de forma rutinaria debido a la exposición a la radiación y la necesidad de transportar a un paciente inestable, pero puede ser útil en casos atípicos o para descartar otras patologías. Puede mostrar el engrosamiento de la pared traqueal, la presencia de exudados luminales y el edema peritraqueal.
Radiografía de tórax: Para evaluar la presencia de complicaciones pulmonares como neumonía, atelectasias o edema pulmonar.
4. Endoscopia de Vías Aéreas (Broncoscopia Flexible o Rígida): La broncoscopia es el estándar de oro para el diagnóstico definitivo y a menudo es terapéutica. Se realiza bajo anestesia general y, idealmente, en un quirófano con capacidad para manejo de vía aérea difícil.
Hallazgos típicos:
Edema e hiperemia de la mucosa traqueal.
Presencia de pseudomembranas blanquecinas, amarillentas o purulentas adherentes o friables que cubren la mucosa traqueal. Estas membranas pueden extenderse hasta los bronquios principales.
Secreciones traqueales purulentas y viscosas.
Estrechamiento luminal variable debido al edema y las secreciones.
Valor diagnóstico y terapéutico: Permite la visualización directa de la tráquea, la toma de muestras para cultivo, y la aspiración de secreciones y remoción de pseudomembranas, lo que puede mejorar drásticamente la ventilación.
5. Diagnóstico Diferencial: Es crucial diferenciar la TI de otras causas de obstrucción de la vía aérea superior:
Laringotraqueobronquitis aguda (Crup viral): El más común. Diferenciado por fiebre menos alta, menor toxicidad sistémica, ausencia de leucocitosis marcada y buena respuesta a esteroides y epinefrina nebulizada.
Epiglotitis aguda: Ahora rara debido a la vacunación Hib. Se presenta con inicio súbito, fiebre alta, disfonía, disfagia, babeo y posición de "trípode". La epiglotis está edematosa y en forma de "pulgar" en la radiografía lateral de cuello.
Absceso retrofaríngeo/periamigdalino: Dolor de garganta severo, fiebre, trismus, tortícolis, abultamiento faríngeo.
Cuerpo extraño en vía aérea: Inicio súbito de tos, asfixia, disnea, sin fiebre.
Papilomatosis laríngea recurrente: Estridor crónico y progresivo.
Anomalías congénitas de la vía aérea: Estenosis subglótica congénita, laringomalacia, anillos vasculares. Presentación crónica o intermitente.
Estenosis traqueal post-intubación: Historia de intubación previa, estridor progresivo.
Tabla 1: Diagnóstico Diferencial de la Traqueítis Infecciosa
7. Tratamiento
El tratamiento de la traqueítis infecciosa es una emergencia médica que requiere un enfoque multidisciplinario e intensivo. El manejo inicial se centra en asegurar la vía aérea y el soporte respiratorio, seguido de una terapia antibiótica adecuada y la eliminación de las secreciones traqueales.
A. Manejo de la Vía Aérea y Soporte Respiratorio (PRIORIDAD ABSOLUTA)
Monitorización y Soporte General:
Monitorización continua de la saturación de oxígeno (SpO2), frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria y estado de conciencia.
Acceso intravenoso y fluidoterapia para mantener la hidratación y perfusión.
Oxigenoterapia suplementaria para mantener SpO2 > 92-94%.
Preparación para Intubación:
La mayoría de los pacientes con TI grave necesitarán intubación endotraqueal para asegurar la vía aérea y facilitar el control de las secreciones.
La intubación debe realizarse en un entorno controlado (quirófano o UCI) por personal experimentado en el manejo de vía aérea difícil.
Se deben tener disponibles tubos endotraqueales de varios tamaños, incluyendo tubos más pequeños de lo esperado para la edad, debido al edema subglótico.
La intubación puede ser desafiante debido al edema y las secreciones espesas.
Intubación Endotraqueal:
Indicaciones:
Obstrucción progresiva de la vía aérea a pesar de las medidas de soporte.
Fatiga respiratoria inminente o agotamiento.
Hipoxemia persistente o hipercapnia.
Alteración del estado de conciencia.
Necesidad de broncoscopia para eliminación de secreciones.
Manejo después de la intubación:
Ventilación mecánica con parámetros protectores pulmonares.
Humidificación adecuada del aire inspirado para evitar el secado de las secreciones.
Succión traqueal frecuente y rigurosa para eliminar las secreciones espesas y las pseudomembranas. La oclusión del tubo endotraqueal por estas secreciones es una complicación común y potencialmente fatal.
Considerar el lavado traqueal con solución salina estéril antes de la succión para fluidificar las secreciones.
B. Terapia Farmacológica
Antibioticoterapia Empírica de Amplio Espectro:
Debe iniciarse tan pronto como se sospeche la TI, incluso antes de la confirmación bacteriana o los resultados de los cultivos.
Debe cubrir los patógenos más comunes, incluyendo Staphylococcus aureus (incluyendo MRSA), Streptococcus pyogenes y Haemophilus influenzae no tipificable.
Primera línea (en ausencia de MRSA documentado o alta sospecha):
Cefalosporina de tercera generación: Ceftriaxona (50-75 mg/kg/día IV, una o dos dosis) o Cefotaxima (150-200 mg/kg/día IV, dividida en 3-4 dosis).
Combinada con un betalactámico con actividad anti-estafilocócica: Nafcilina u Oxacilina (150-200 mg/kg/día IV, dividida en 4-6 dosis).
En áreas con alta prevalencia de MRSA o alta sospecha (ej., fracaso de terapia inicial):
Vancomicina: (15 mg/kg/dosis IV cada 6 horas) debe añadirse al régimen. Monitorear los niveles séricos para asegurar concentraciones terapéuticas.
Alternativamente, Clindamicina (10-13 mg/kg/dosis IV cada 6-8 horas), aunque la resistencia a clindamicina puede ser un problema.
Duración: El tratamiento antibiótico debe mantenerse durante al menos 10-14 días, o más tiempo si hay complicaciones o recuperación lenta. Ajustar el antibiótico una vez se disponga de los resultados de los cultivos y el antibiograma.
Corticosteroides:
A diferencia del crup viral, los corticosteroides sistémicos no son un pilar fundamental en el tratamiento de la TI bacteriana. Su eficacia es limitada debido a la naturaleza bacteriana y la formación de membranas purulentas.
Sin embargo, algunos clínicos pueden considerar su uso en dosis antiinflamatorias (ej., Dexametasona 0.6 mg/kg IV dosis única) en las fases iniciales si hay un componente edematoso significativo o si el diagnóstico diferencial con crup es difícil. No deben retrasar la terapia antibiótica o el manejo de la vía aérea.
Fármacos Vasoconstrictores (epinefrina nebulizada):
Puede proporcionar un alivio temporal del estridor al reducir el edema de la mucosa.
La epinefrina racémica (0.05 mL/kg de solución 2.25% en 3 mL de solución salina, dosis máxima 0.5 mL) o L-epinefrina (0.5 mL/kg de solución 1:1000, dosis máxima 5 mL) nebulizada pueden ser administradas.
Su efecto es transitorio y no aborda la causa subyacente de la obstrucción (secreciones, membranas). No debe usarse como tratamiento único.
C. Procedimientos Terapéuticos
Broncoscopia Terapéutica:
La broncoscopia rígida o, en ocasiones, la flexible, es a menudo necesaria para la eliminación de las pseudomembranas y las secreciones purulentas.
Permite la aspiración directa y la remoción mecánica de material obstructivo.
Puede realizarse en el momento de la intubación inicial o posteriormente si hay persistencia de la obstrucción o dificultad para ventilar.
La repetición de la broncoscopia puede ser necesaria si las secreciones se vuelven a acumular.
D. Manejo a Largo Plazo
Una vez superada la fase aguda, los pacientes requieren un seguimiento estrecho para asegurar la resolución completa de la infección y la recuperación de la función traqueal.
Decanulación: Una vez que el paciente muestra mejoría clínica (reducción del edema, aclaramiento de secreciones, pruebas de inflamación normalizadas) y se tolera el cuff-leak test, se puede considerar la extubación.
Posibles secuelas: Aunque raras, la estenosis traqueal subglótica o traqueal es una complicación potencial de la intubación prolongada o de la inflamación severa. Se debe sospechar si el estridor persiste o recurre después de la extubación y requerirá una evaluación endoscópica adicional.
Rehabilitación respiratoria: En algunos casos, la fisioterapia respiratoria puede ser beneficiosa para ayudar a la recuperación de la función pulmonar y el aclaramiento de secreciones.
Ejemplo Clínico de Manejo: Un niño de 3 años se presenta con fiebre de 40°C, estridor bifásico severo, retracciones y letargo. Ha sido tratado con dexametasona y epinefrina nebulizada en el servicio de urgencias sin mejoría. Los gases arteriales muestran hipoxemia e hipercapnia. Inmediatamente se asegura la vía aérea mediante intubación endotraqueal en quirófano. Durante la intubación, se observa una gran cantidad de secreciones purulentas espesas y membranas blanquecinas en la tráquea subglótica, que se aspiran. Se inicia ventilación mecánica y se toman muestras de secreciones traqueales para cultivo. Se inicia tratamiento empírico con Vancomicina IV (dada la sospecha de MRSA por la gravedad) y Cefotaxima IV. Los hemocultivos son negativos, pero el cultivo de secreciones traqueales crece Staphylococcus aureus sensible a vancomicina. La vancomicina se mantiene y la cefotaxima se suspende. El paciente requiere varias aspiraciones traqueales profundas en las primeras 24 horas y una broncoscopia de control al día siguiente para remover las membranas persistentes. Después de 5 días de tratamiento intensivo, la fiebre cede, las secreciones disminuyen y las pruebas de fase aguda mejoran, permitiendo la extubación exitosa después de un cuff-leak test positivo. El tratamiento antibiótico se completa por un total de 14 días.
8. Pronóstico
El pronóstico de la traqueítis infecciosa ha mejorado significativamente con los avances en el manejo de la vía aérea, las técnicas de ventilación mecánica y la disponibilidad de antibióticos de amplio espectro. Sin embargo, sigue siendo una condición grave con riesgo de morbilidad y mortalidad significativas si no se diagnostica y trata a tiempo.
Evolución esperada:
Con un diagnóstico temprano y un manejo agresivo, la mayoría de los pacientes se recuperan completamente sin secuelas a largo plazo.
La mejoría clínica generalmente se observa en 24-48 horas después del inicio de la terapia antibiótica y el control de la vía aérea.
La duración de la intubación endotraqueal varía, pero típicamente es de 3 a 7 días, dependiendo de la gravedad de la obstrucción y la respuesta al tratamiento.
Posibles complicaciones:
Mortalidad: Aunque baja en centros con experiencia (inferior al 5%), la mortalidad puede aumentar en casos de diagnóstico tardío, manejo inadecuado de la vía aérea, o desarrollo de shock séptico. La principal causa de muerte es la obstrucción aguda de la vía aérea y la falla respiratoria.
Obstrucción recurrente del tubo endotraqueal: Debido a la formación persistente de secreciones espesas o membranas, lo que requiere aspiración frecuente y/o broncoscopias repetidas.
Barotrauma/Volutrauma pulmonar: Complicación de la ventilación mecánica, como neumotórax o enfisema intersticial, aunque menos común con estrategias de ventilación protectora.
Estenosis traqueal subglótica o traqueal: Una complicación rara pero grave, especialmente si la intubación es prolongada o traumática. Puede requerir dilatación endoscópica o cirugía reconstructiva de la tráquea.
Neumonía o atelectasias: Por extensión de la infección o por obstrucción bronquial.
Abscesos peritraqueales o mediastinitis: Extensión local de la infección, muy rara.
Sepsis y shock séptico: Diseminación sistémica de la infección.
Impacto neurocognitivo: En casos de hipoxemia prolongada o grave.
Factores que influyen en el pronóstico:
Edad del paciente: Lactantes menores pueden tener un peor pronóstico debido al menor diámetro de sus vías respiratorias y su limitada reserva fisiológica.
Patógeno: Infecciones por MRSA o bacterias productoras de toxinas pueden tener un curso más fulminante.
Tiempo hasta el diagnóstico e intervención: El retraso en la intubación y el inicio de los antibióticos se asocia con peores resultados.
Comorbilidades: Pacientes con inmunodeficiencias, enfermedades cardíacas o pulmonares crónicas tienen un mayor riesgo de complicaciones.
Experiencia del equipo médico: Un equipo familiarizado con el manejo de la vía aérea difícil y las emergencias pediátricas es crucial.
En general, un alto índice de sospecha, un diagnóstico oportuno y un manejo agresivo son clave para lograr un pronóstico favorable en pacientes con traqueítis infecciosa.
9. Prevención
Dado que la traqueítis infecciosa es predominantemente una complicación de infecciones respiratorias virales y bacterianas, las estrategias de prevención se centran en la reducción de la transmisión de estos patógenos y la mejora de la respuesta del huésped.
Vacunación:
Vacunación contra la influenza (gripe): Fundamental para reducir la incidencia de infecciones virales que pueden predisponer a la TI. Se recomienda la vacunación anual para todos los individuos a partir de los 6 meses de edad.
Vacunación contra Haemophilus influenzae tipo b (Hib): Aunque su impacto directo en la TI es limitado ya que la mayoría de los casos son por cepas no tipificables o por S. aureus, la vacunación Hib ha erradicado en gran medida la epiglotitis, reduciendo la confusión diagnóstica y el número de casos de infección invasiva por Hib.
Vacunación contra el neumococo (PCV13 o PPSV23): Puede reducir la incidencia de infecciones respiratorias invasivas por Streptococcus pneumoniae, que aunque no es un patógeno primario de la TI, puede estar implicado en co-infecciones o superinfecciones.
Medidas de Higiene:
Higiene de manos rigurosa: Lavado frecuente de manos con agua y jabón o el uso de desinfectantes a base de alcohol, especialmente después de toser, estornudar o tocar superficies contaminadas.
Etiqueta respiratoria: Cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar, preferiblemente con un pañuelo desechable o el codo, y desechar los pañuelos usados adecuadamente.
Evitar el contacto cercano: Especialmente con personas enfermas.
Limpieza y desinfección de superficies: Superficies de alto contacto en hogares y entornos públicos.
Detección Temprana y Manejo de Infecciones Respiratorias Superiores:
Educación pública: Informar a los padres y cuidadores sobre los signos de alarma de infecciones respiratorias graves, como fiebre alta persistente, dificultad respiratoria progresiva o estridor que no mejora.
Consulta médica temprana: Promover la búsqueda de atención médica oportuna en niños con síntomas de crup o infecciones respiratorias que se deterioran rápidamente.
Manejo adecuado de infecciones virales: Aunque no existe un tratamiento específico para la mayoría de las infecciones virales respiratorias, el soporte sintomático adecuado puede reducir la carga viral y el daño epitelial, disminuyendo el riesgo de sobreinfección bacteriana.
Consideraciones en Entornos de Cuidado de la Salud:
Control de infecciones hospitalarias: Implementación de estrictas políticas de control de infecciones para prevenir la transmisión nosocomial de patógenos respiratorios y de MRSA, que es un agente etiológico frecuente de la TI.
Concienciación en el personal de salud: Capacitación continua del personal médico y de enfermería sobre la identificación temprana de la TI y la importancia de un manejo agresivo e inmediato de la vía aérea.
10. Conclusión
La traqueítis infecciosa, aunque infrecuente, es una condición de extrema gravedad que exige un alto índice de sospecha y una respuesta médica inmediata y coordinada. Como hemos explorado en este capítulo, su fisiopatología intrincada, marcada por el daño epitelial viral y la sobreinfección bacteriana que culmina en una obstrucción crítica de la vía aérea, subraya la urgencia de un diagnóstico y tratamiento oportunos. La capacidad de discernir la TI de entidades clínicas con presentaciones similares, como el crup, es fundamental y se basa en la combinación de una historia clínica detallada, hallazgos de laboratorio sugestivos de infección bacteriana severa y, crucialmente, la visualización endoscópica de las pseudomembranas purulentas.
El pilar del manejo radica en asegurar la vía aérea, a menudo a través de la intubación endotraqueal, complementada con una antibioticoterapia empírica de amplio espectro que cubra los patógenos prevalentes, especialmente Staphylococcus aureus (incluyendo MRSA). La broncoscopia terapéutica para la remoción de secreciones y membranas no solo es diagnóstica sino que constituye una intervención vital que puede restaurar la permeabilidad de la vía aérea y prevenir un colapso respiratorio catastrófico. A pesar de los desafíos inherentes a su manejo, el pronóstico es favorable cuando se aborda con celeridad y competencia.
Mirando hacia el futuro, la investigación continua es imperativa para optimizar la prevención y el manejo de la traqueítis infecciosa. Esto incluye el desarrollo de métodos diagnósticos más rápidos y sensibles para la identificación etiológica en tiempo real, así como el estudio de nuevas estrategias terapéuticas que puedan apuntar más específicamente a la inflamación traqueal o a la eliminación de biopelículas bacterianas. La vacunación universal contra virus respiratorios como la influenza, junto con una conciencia pública y profesional elevadas sobre los signos de alarma, son pasos cruciales para reducir la carga de esta enfermedad.
Para la comunidad médica, el mensaje es claro: la traqueítis infecciosa no es una entidad para ser subestimada. Mantenerse actualizado con la evidencia científica, perfeccionar las habilidades en el manejo de la vía aérea difícil y adoptar un enfoque proactivo en el diagnóstico y tratamiento son esenciales para salvaguardar la vida de nuestros pacientes. Es un llamado a la acción para la vigilancia constante, la educación continua y la colaboración multidisciplinaria en el cuidado de las vías respiratorias.
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